El Mundo.10/12/2015
Hay animales con los que se forma un vínculo tan estrecho que haríamos cualquier cosa por asegurar su bienestar. Este amor desinteresado se refleja en 'Truman', la película de Cesc Gay que cuenta la historia de un hombre con una enfermedad terminal cuya única preocupación es con quién se quedará su perro una vez que él no esté. Hay casos en los que el animal es capaz de morir de pena tras el fallecimiento de su dueño o incluso esperar su regreso durante años. Esto es lo que hizo Hachiko, el perro japonés de raza akita inu, una historia que fue llevada al cine en 'Siempre a tu lado'. Pero el mismo trance puede ocurrir a la inversa. Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero esta frase no cobra todo su sentido hasta que éste nos deja. Llorar, sentirse solo o recordarles constantemente son sentimientos normales en quienes sufren esta pérdida. Al fin y al cabo, nuestra mascota constituye una parte muy importante del núcleo familiar y "al igual que si nos abandonara un ser querido, también pasamos por una etapa de duelo", escriben Miguel Pedrero y Carlos G. Fernández en su libro Nos vemos en el cielo (Ed. La Esfera de los Libros). La primera reacción es negarse a aceptar lo inevitable. La siguiente fase del luto pasa por negociar con la realidad, "esperando que se produzca un milagro". Superadas las anteriores etapas, llega la depresión, en la que se toma conciencia de lo irreversible de la pérdida. El siguiente paso suele ser un sentimiento de rebeldía. La aceptación es la última fase.
Para Carmen Castro, psicóloga especializada en terapias asistidas por animales, es importante prepararse mentalmente en caso de enfermedad o edad avanzada del animal. "En un primer momento nos angustiaremos, pero aunque nos dé miedo afrontar la realidad, nos va a ayudar a entender el proceso al que nos enfrentaremos", asegura. "Muchas veces alargamos el estado de nuestro perro porque no queremos separarnos de él, pero ante todo hay que tener en cuenta su dignidad. Si llega el momento de la eutanasia, la presencia del dueño les ayuda a estar más tranquilos y a nosotros a sentir que hemos hecho todo lo posible hasta el último momento", continúa. La psicóloga recomienda apoyarnos en personas de nuestro entorno para expresar la angustia. Recordar anécdotas ayuda a sacar una sonrisa.
Mucha gente que ha sufrido esta pérdida se ha visto obligada a afrontar la inevitable pregunta: ¿cómo se lo explico a los niños? "No hay que engañarles con historias", afirma Carmen Castro. Lo ideal para la psicóloga es que se les cuente lo que ocurre: ya es mayor, está malo y puede que un día ya no esté con nosotros. "¿Se va a morir?", pueden preguntar, y "deberíamos contestar afirmativamente". "Es bueno que expresen su tristeza y no pasa nada porque vean que nosotros también estamos tristes", comenta. Para Pedrero, es esencial que los menores lo vean como algo que forma parte de la existencia misma, con el fin de que asuman el duelo con la mayor naturalidad posible. Cosas tan simples como decirles que se ha ido a un lugar mejor y que sigue siendo feliz pueden ayudar. "Es importante distraerles realizando actividades como salidas y juegos para no focalizar la atención en la pérdida", asegura.
María Herrero y Alberto González pasaron por este proceso hace sólo unas semanas. Su perra Hanna, de 11 años, tenía un tumor en una mama y tras no superar la dura operación, se vieron obligados a sacrificarla. Su hijo, de cuatro años, llamaba a su perra 'hermana'. "En todo momento le dijimos lo que pasaba y le explicamos que estaba mala y que no iba a regresar. Al principio no se lo creyó, pero cuando volvimos sin ella se puso a llorar", cuentan. Entristecidos con su pérdida, decidieron que la mejor manera de superarlo era acogiendo a Sam, una border collie. "Ella no la va a sustituir, pero se nos quedó un vacío tan grande que pensamos que nos ayudaría a no pensar tanto en su falta", afirman. "Hay personas que necesitan un tiempo para no tener sentimientos de culpa. Pero si estamos preparados, no deberíamos esperar mucho", afirma la psicóloga. En cambio, para Pedrero, se necesita un periodo de aceptación para "superar la pérdida".
Esta familia optó por la incineración, pero otros prefieren un espacio en alguno de los cementerios para animales que existen en nuestro país, como El Último Parque, en Madrid, o el Cementeri de Petits Animals, en Barcelona. También son numerosas las asociaciones que ofrecen apoyo a personas que han perdido a sus mascotas, como la estadounidense Petloss.com.
Miguel Pedrero y Carlos G. Fernández reflexionan en su libro sobre una idea: "Si existe un más allá para la gente, ¿por qué no también para los animales?". Ambos decidieron investigar más a fondo el tema y recogieron testimonios de gente que afirmaba haber tenido contacto con sus mascotas una vez muertas. "A muchas personas la creencia de que existen en otro plano les ayuda", asegura.
"¿Crees que los perros no irán al cielo? Te digo que ellos estarán ahí mucho antes que cualquiera de nosotros", decía el escritor Robert Louis Stevenson. Si allí hay un lugar para ellos, Hanna esperará el momento de volver a pasear junto a sus dueños.