LAS PROVINCIAS. Arturo Checa.
No puedo dejar de sentir una mezcla de asco, pena, rabia, furia y tristeza al ver las imágenes y los testimonios que llegan desde China. Escribo estas líneas con el estómago revuelto. Literal. Allí, con motivo del Festival de Carne de Perro de Yulin (sólo el nombre es horroroso) celebrado el 22 de junio, nada menos que 10.000 canes fueron devorados por miles de chinos asistentes al festejo. Salvajes, diría yo. Porque esto no hay tradición, cultura ni costumbre que sirva para defenderlo o sustentarlo. No sólo por comerse al animal más doméstico y cercano al hombre en todo el planeta. Cada año en China se sirven raciones de perro que suponen la muerte de 10 millones de canes. Pero insisto. No sólo por comérselos. Los transportan en condiciones infrahumanas, amontonados en jaulas, sucios por el suelo, muertos a palos, sin ningún tipo de piedad ni consideración ni siquiera por su último hálito de vida. Hasta las gallinas viven en España bajo unas condiciones más dignas.
Salvajes. / REUTERS
Las fotos que acompañan a estas líneas son algunas de las estampas del horror de Yulin (y el vídeo que cierra este post, si tenéis estómago suficiente para soportarlo, un espanto), la prueba definitiva de que aquella salvajada debe acabar, que organismos internacionales y gobiernos debieran girar sus ojos hacia a aquel horror y clamar por su fin. Por los miles de perros que en todo el mundo salvan vidas como expertos en rescates. Por los miles de perros que en todo el mundo colaboran con la policía y evitan que un gramo de heroína llegue a un joven. Una muerte menos. Un enganchado menos. Por los miles de perros que en todo el mundoayudan a los enfermos de Alzheimer a mejorar de sus síntomas, quehacen compañía a ancianos abandonados por sus familias en residencias o que ponen una sonrisa en los rostros de niños aquejados de cáncer. Por los miles de perros que cada día hacen compañía a un mendigo en la calle, compartiendo su pobreza, su frío, su hambre y el desprecio de todos los que pasamos a su lado. Los defensores del festival argumentan que ellos comen perro como nosotros comemos pollo como nosotros comemos cerdo o pollo. NO, NO y NO, jamás puede ser lo mismo al hablar de los animales más cercanos al ser humano, los perros. Por todos ellos, el Festival de Yulin JAMÁS debiera haber existido y ojalá algún día deje de hacerlo.
Ejecutado. / EFE
Los defensores de los animales trataron ayer de evitar la celebración del festival. Imposible. No sólo por el masivo seguimiento (triste) y asistencia que tiene este evento. Sino porque China, capital del consumismo, continúa siendo también un territorio dictatorial, represor y que combate a hierro a los disidentes. Sin pizca de democracia. Así fueron recibidos los defensores de los animales. Entre golpes de porra, gases lacrimógenos y detenciones.
Asesinos. / EFE
Aunque, a pesar de la represión, su voz se escuchó: ”La mayoría de estos animales son animales de compañía que han sido robados, y la mayoría de los camiones que traen hasta aquí la carne de perro lo hacen violando las leyes, muy explícitas, de China sobre los animales destinados al consumo humano”, declaró Adam Parascandola, encargado de las cuestiones relativas a la crueldad hacia los animales en la Humane Society, una asociación estadounidense. “¿Durante cuánto tiempo va a dejar China a las autoridades de Yulin violar la ley de esta manera?”, preguntó en un comunicado.
Y otro SALVAJE. / REUTERS
Pero que en medio de la oscuridad siempre hay un rayo de luz, de esperanza. En China esa esperanza se llama Yang Xiaoyun, una mujer de 65 años que en esta edición y en la de 2014 ha logrado salvar de las garras de los desalmados a casi 500 perros. Yang vive en Tianjin, nada menos que a 2.000 kilómetros de distancia del escenario del masivo crimen. Esforzada activista, la mujer tampoco se lo ha pensado en esta edición. Esta vez fueron unos 1.000 euros los que empleó para salvar a un centenar de canes de las garras de sus asesinos. El año pasado se dejó la mitad de los ahorros de su vida. Más de 20.000 euros para evitar que acabaran convertidos en asados más de 350 perros. Un ángel en la tierra.
Gracias a gestos como el suyo, la sensibilidad hacia los perros cada vez es mayor en China. Ahora se calcula que unos 30 millones de hogares tienen ya un can como mascota. Una proporción ridícula en una nación que supera los 1.300 millones de habitantes, pero un halagüeño dato desde el que empezar a cimentar el respeto por el mejor amigo del hombre.
Otro héroe y otra alma rescatada.
Y ahí va el vídeo mencionado. OJO, que puede herir sensibilidades. En él se puede apreciar cómo los verdugos acaban con los canes cortándoles el cuello o de un golpe en la cabeza. Demencial en pleno siglo XXI. Sólo en change.org hay dos peticiones que acumulan cuatro y casi dos millones de firmas para acabar con el festival de Yulin. https://youtu.be/eWD1rzzj_XI
Sigamos peleando. #STOPYULIN2015