El Festival del Solsticio de verano de Yulin, una ciudad en el sur de China, es el mayor del mundo dedicado a comer carne de perro. Previsto que comience este domingo, miles de turistas y residentes locales se darán cita durante dos días para comer estofado de can, acompañado de licor y lichis, una fruta típica china. Aunque organizaciones proderechos de los animales en el extranjero se han movilizado para intentar detener un festejo que, aseguran, implica la muerte de cerca de 10.000 perros y gatos, muchas veces en condiciones enormemente crueles.
Una página en Facebook, Stop Yulin Dog and Cat Meat Festival 2015, acumula ya más de 43.000 “me gusta”, y la etiqueta #stopYulin2015 en Twitter recibe nuevas entradas cada pocos segundos. Una petición en Change.org dirigida al presidente chino, Xi Jinping, y promovida desde Canadá acumula ya más de 1,4 millones de firmas; otra similar, lanzada por el grupo estadounidense DuoDuo y dirigida al “gobernador de la ciudad de Yulin, señor Chen Wu”, ronda el medio millón. La organización Humane International,que el año pasado organizó una investigación sobre el sacrificio de los animales para el festival, también ha lanzado en su página web una recogida de firmas.
Aunque no termina de estar claro si la campaña tendrá algún efecto. Facebook, Twitter y YouTube -donde también se han colgado vídeos contra el festival- están bloqueados en China. Y aunque en los últimos años han crecido también las protestas entre los defensores de los animales locales, las protestas extranjeras han generado también molestia entre un sector de los cibernautas chinos, ofendidos porque se critique una costumbre que consideran que existe desde hace siglos.
Los defensores de esta actividad argumentan que el festival es una tradición de la zona que se remonta a mucho antes de que se popularizara en China la figura del perro como mascota, un fenómeno relativamente reciente aún, pero cada vez más popular entre las clases medias urbanas. En el área de Yulin, aseguran, comer perro es algo tan común como en los países occidentales comer vaca. Sostienen también que el consumo de esa carne durante el solsticio veraniego acarrea numerosos beneficios para la salud durante el resto del año.
“Vivo en Cantón y como carne de perro, apoyo el festival de Yulin e insto al Gobierno a celebrarlo en toda la nación. El Gobierno no debería ser rehén de la opinión pública, de hecho, debería registrar ese festival de carne de perro como patrimonio cultural de la humanidad”, afirma en Weibo, el Twitter chino, un internauta que se identifica como BoXiaoZaiBo.
Los contrarios al festival se muestran igualmente contundentes en sus argumentos: “A menudo oigo decir a la gente que no deberíamos meternos con las tradiciones, pero no es tradición china maltratar de esta manera a los animales. Comer carne de perro no se ha considerado en China algo moderno o decente desde hace más de un milenio. Me crie en China y como miles de mis compatriotas, rechazo totalmente el comercio de carne de perro o gato, y doy la bienvenida a la atención internacional que recibe”, afirma Peter Li, especialista para China de Humane Society.
Su organización sostiene que “miles de perros y gatos aterrorizados, muchos de ellos mascotas robadas que aún llevan el collar, son arrebatados de las calles en China, amontonados en jaulas de alambre sin agua ni comida y trasladados en camiones a lo largo de centenares de kilómetros para ser sacrificados para el consumo humano”.
Otra preocupación que genera el festival es el riesgo sanitario. Quienes se oponen alegan no solamente la crueldad que supone sacrificar a esos animales para su consumo como alimento. Se trata también, según explican, de una cuestión de salud pública: dada la fuerte demanda esos días, para satisfacerla los vendedores pueden recurrir a animales de procedencia sospechosa o enfermos.
Precisamente para evitar riesgos sanitarios, las autoridades municipales -que no patrocinan el festival- el año pasado pusieron trabas a la entrada de perros a la ciudad durante el festival. Y para evitar conflictos, obligaron a los restaurantes que servían esta carne a tapar la palabra “perro”.
Durante esas jornadas, decenas de defensores de los animales acudieron a Yulin, algo que promete repetirse este año. Algunos recorrieron los restaurantes mientras repartían panfletos -algo que dio lugar a más de una pelea- y otros compraban tantos canes como podían para evitar su muerte. Según publicó entonces la prensa china, un grupo de monjes budistas se desplazó a uno de los principales mercados de venta de carne de perro en la ciudad, el de Dongkou, para celebrar una ceremonia en la que consolar a las almas de los animales.